Reloj, no marque las horas

Por Juan José Fernández.

     Veo con creciente preocupación, no exenta de pena, que entre nos, los pescadores, proliferan cada vez más unos relojes que entre muchas de las funciones que brindan, indican los horarios ideales en que se concretarán los piques y la probable cantidad o densidad de peces para que esto ocurra.

     Dado que padezco una saludable enfermedad denominada tecnofobia, desconozco la certeza y efectividad de este mecanismo. Según averigüé, para obtener resultados positivos debe previamente instalarse en la base de datos la información geográfica precisa referente a la locación hemisférica mediante el método de ordenadas y coordenadas de Kruger de la zona a pescar.

     Mis dudas al respecto son las siguientes:

     ¿No tenemos ya demasiado acotado el tiempo de nuestras vidas con todas las presiones y obligaciones cotidianas como para envasar nuestro pasatiempo favorito dentro de un siniestro administrador de nuestras horas, minutos y segundos que de por vida llevaremos en la muñeca?

     ¿Por qué tenemos que someternos a la caprichosa voluntad de un pequeño y sumergible tirano de titanio a cuarzo que nos avasallará determinando cuándo debemos hacer lo que antes hacíamos al dictado de nuestra experiencia, intuición y fundamentalmente de nuestras reales y santas ganas?

     ¿Que sentiría usted amigo, si estando en el río en actitud positiva y con el presentimiento de estar en el lugar y momento adecuado para tener la madre de todos los piques y, previa consulta, el reloj le dice que está equivocado?

     A mi juicio quedan dos opciones. O aceptamos sumar un nuevo atropello a nuestra ya mancillada voluntad y capacidad de decidir, o bien tiramos el reloj al carajo y recuperamos una pequeña, necesaria y muy valiosa porción de nuestra condición humana.

     Personalmente, jamás resignaría el placer casi sensual de pescar a las claras del alba por imposición de algún microchip desarrollado seguramente por un ignoto hijo del sol naciente que no tiene ni la más pálida idea de los ríos que tenemos en la Patagonia y sus mágicos momentos. Antes... el harakiri!!

Nota: tengan la precaución los señores usuarios de instalar correctamente la información geográfica para que no le suceda como a un conocido que, por error, puso los datos de un río de Rusia y pescó en Aluminé un esturión hembra lleno de caviar. Tuvo que vender el auto para pagar la terapia.