Dorados en Paso de la Patria

Por Máximo Raúl García Vidal.

     Segunda semana de noviembre de 1999.

     Fecha cercana a la veda de la pesca del Dorado en Corrientes.

     Mail mediante a donjulian@impsat1.com.ar, preguntando cómo estaban las "condiciones teóricas" de la pesca del dorado, rápidamente armamos el viaje y partimos desde Salta con un grupo de amigos y esta vez, con la compañía de las esposas para que no renieguen, a la Cabaña de Don Julián el Paso de la Patria. ¡Novecientos kilómetros...!.

     Como siempre, fuimos atendidos por sus propios dueños (de diez más IVA). Pero esta vez acrecentado al mil, porque tuvimos la suerte para nosotros pero no para los dueños de la Cabaña, de ser las únicas personas hospedadas en esos momentos.

     Por las dudas encontrara alguna "pierna", me llevé además de mi equipo de pesca tradicional, mi flamante y "virgen" equipo de pesca con mosca: una Orvis Trident TL Nº 8, con un Batenkill 8/9, una línea 8-Sinking y varias moscas de esas que los amigos "dicen" que no fallan...

     Digo esto, porque de la pesca con mosca tengo tal balurdo en mi cabeza, por el hecho de que estoy recién en los comienzos de esta hermosa modalidad pescadoril y todos y cada uno de los artículos que leí, me dejaron una ensalada rusa en la cabeza, que ni las quiero contar...

     Pero bueno, como alguna vez, tiene que ser "la primera vez..."

     Para mi gran suerte, Andrés, hijo de Don Julián, había sido fanático de la pesca con mosca, así que después de uno o dos round de estudio, para ver quien tenía el mejor equipo, la mejor mosca y la mejor forma de pescar un dorado, me ganó por un contundente KO técnico, en todos los terrenos... Lo que pasa es que estaba peleando con un peso pesado y para colmo de los colmos, con más pegada que el propio Tyson... Andrés, desde que tiene uso de razón, vivió a orillas del Paraná pescado con todas las modalidades conocidas... Y yo queriendo hacerle "pata ancha" a semejante "Bicho"...

     Para rematar este KO, me invitó a pescar con mosca a la mañana siguiente, a las cinco y media de la mañana.... ¡Mon Dié, que pedazo de fanático! ¡Hasta hoy, creí que los únicos que se levantaban de la cama a esas horas, eran los panaderos..!. Pero bueno, con mis deseos de aprender, pero sobretodo ver en acción a semejante currículum, hice un sobrehumano esfuerzo y ahí estaba paradito en el embarcadero a las cinco y media en punto, con las ojeras hasta el piso...

     Remontamos el Paraná río arriba, al encuentro de los lugares en que Andresito suele divertirse con los doraditos, cuando sus múltiples ocupaciones y el fuerte carácter de su Vivi Señora y de su tata, Don Julián, se lo permiten...

     En cuanto llegamos a unas piedras, Andrés, en menos que conta el gallo, ya tenía su línea en el agua, moviendo su mosca negra, en el preciso lugar en que quería hacerlo...

     En tanto yo, como buen novato, para no cargarme de estúpido total, estaba "intentando" armar mi Trident con la sobradora sonrisa de Andresito en mi nuca... No había yo terminado de armar, como la mona seguramente, mi equipo, cuando lo escucho a Andresito que había enganchado un doradito de un kilo y medio aproximadamente. ¡Qué positiva envidia me dio, Mon Dié! Ahí pude comprobar que los pergaminos que me había contado el día anterior, eran valederos y verdaderos.

     No tuve la suerte de ver la clavada... Lo vi si, después del primer brinco en el agua, jugar con el doradito, con la suficiencia propia de los que saben... Sin ninguna prisa. Con total suavidad y control de la situación. Dejando que la flexibilidad de su caña, trabaje de manera magistral. Cansando a ese hermoso amarillo, sólo con la línea. Sin usar el reel. De vez en cuando, se daba vuelta a mirar mi cara de admiración y sorpresa y esbozaba una sonrisa con tal satisfacción, que me daban ganas de aplaudir... Mientras tanto, el "amarillo" intentando escapar de su captura, se contorneaba y chapoteaba en el agua, moviendo todo su cuerpo, su cola y su cabeza. Pero Andresito, que se ve que de esto sabe un camión, acompañaba todos los cabeceos del doradito, con su muñeca y la flexibilidad de su caña. Soltando y recogiendo línea, sólo con la mano izquierda. Después de unos cinco o siete minutos, de idas y venidas, el pez se entregó. Ahí Andresito con toda la paciencia del mundo y muy lentamente, tomó el doradito por la cola y suavemente, lo levantó adentro de la lancha. Ahí tomé conciencia de que en mi bolso tenía la máquina de fotos, así que le pedí que posara, para llevarme en el celuloide, el recuerdo de la primera vez que vi pescar con mosca...

     Pero ahí no terminó la cosa, pues sin perder demasiado tiempo, desenganchó la mosca con todo cuidado, se acercó al agua agarrando al pez de la cola y del cuerpo y después de varios suaves movimientos para atrás y para adelante, suavemente lo liberó a su ambiente natural... Cuando se paró, tenía en su cara la impronta del deber cumplido... ¡Captura y devolución! ¡Qué bueno...!

     Me quedé anonadado y con muchas ganas de hacer lo mismo que Andresito.

     Y cómo pesca este Bicho?.

     Más o menos así: como tiene como quince lanchas, siempre pesca embarcado. Ni las zapatillas se moja... Se acerca muy despacio a seis, siete o diez metros de la costa con la lancha haciendo el menor ruido posible. Apaga el motor y deja que la lancha derive corriente abajo. Y ahí va casteando cerca de los troncos, de las ramas o de los árboles que sobreviven a las corrientes del Paraná. Hace también, lanzamientos un poco río arriba, y deja derivar la mosca, controlándola y haciéndola pasar por donde se le da la gana... Usaba ese día, al igual que yo, una línea simking pero controlando el hundimiento con movimientos suaves de la línea o de la caña. Mirando atentamente la mosca cuando podía, o la línea para no perder el pique... No dejaba que la línea se hundiera demasiado para evitar los enganches en las innumerables ramas cercanas a la costa...

     Otras veces, tira anclas unos diez, doce, o quince metros río arriba de alguna corredera. Desde allí, realiza lanzamientos tres o cuatro metros arriba del comienzo de la misma y deja derivar la mosca con los cuidados y controles de línea y mosca citados anteriormente. Y me decía Andrés, que el pique puede darse cuando la mosca deriva río abajo, o cuando él la recoge con suaves tirones de la línea con la mano izquierda, con movimientos que imitan el nado de un pecesito o insecto...

     Después de semejante lección que había recibido, observándolo a Andrés en la captura y devolución del doradito, urgentemente terminé de cargar una mosca negra, "parecida" a la que había usado él y ya estuve atentísimo a la próxima parada.

     Durante el corto trayecto, fui haciendo memoria de los "miles de detalles" que me habían enseñado para realizar un buen cast, de manera tal, que no me hiciera pasar demasiada vergüenza con Andrés, quien seguramente se mataría de risa, ante la primera macana... Y como no podía ser de otra manera, fue así nomás. El primer pretexto, fue el viento... El segundo, las ramas... Y a este, se le sumaron, que la lancha estaba en permanente movimiento arrastrada por la corriente... Que la línea se me había enganchado en la lancha... O este otro que fue muy bueno, que tenía pisada la línea con mi estúpida zapatilla..., o que "el viento" me enganchó la mosca en aquella rama... En ese orden, me fueron pasando todos estos pretextos y muchos más... Por lo tanto comprendí que los innumerables "inconvenientes" que me habían dicho que me pasarían, me pasaron... Así que lo tuve toda la mañana divertido al pobre Andrés, que con toda la paciencia del mundo intentaba ayudarme con mi permanente negativa, porque considero que no es buena práctica molestar a los compañeros de pesca...

     Pero ete aquí, que después de un rato de hacer macana tras macana, comencé a castear un poco mejor y pude ir poniendo la mosca, más o menos donde yo quería... O donde Andrés me decía que podría estar el pique que tanto estaba ansiando... Y por ahí, sucedió! Estaba concentradísimo en imitar a Andrés tirando un poco río arriba... Hasta con cara de fly fisherman... Y de golpe, a un metro de profundidad y a unos cuatro escasos metros de la lancha aproximadamente, se me apareció mi mosca que en forma descontrolada, venía acercándose peligrosamente a la lancha... Andrés, también la vio, por lo que sobre el pucho y en voz muy baja, me dijo: ¡No pierdas de vista la mosca y tratá de controlarla con la caña y la mano izquierda!. No terminó de decir esto, cuando veo que detrás de mi mosca, venía nadando un doradito de unos 2 Kg. más o menos. Ni se imaginan los nervios que me agarraron por culpa de un "derrame de adrenalina" que tenía en mi sangre... Instintiva y rápidamente, quise "parar" la mosca de su deriva loca, para que el amarillito la alcanzara... ¡Craso error! Cuando quise hacerlo, se me armó tal bochinche en mi virgen equipo... En primer lugar, porque tenía la línea totalmente descontrolada y enrollada debajo de mis estúpidas zapatillas... Y "no hacían caso a mis órdenes, ni la línea, ni mis estúpidas zapatillas"... Y por "culpa" de este desaguisado, no sabía si tomar el control con la caña, o con la mano izquierda tirando de la línea, o con el reel..., o lo que era peor aún, de pedirle a gritos ayuda a Andrés... El resultado de tantos errores, fue que la mosca siguió "su" viaje por donde mejor le venía en ganas a ella y a las corrientes del Paraná y el doradito que estaba empecinado en cazar mi mosca, con un pique propio de un Fórmula Uno, la mordió ferozmente desde atrás... ¡Lo vi...! ¡Qué emoción...!. Sobre el pucho, se contorneó acrobáticamente y como un rayo de los malos, se dió vuelta nadando vertiginosamente río arriba con mi mosca entre sus dientes y una centésima de segundo después, perdí de vista, la mosca y el dorado... ¡Mon Dié..! ¡Que complicación...!. Una milésima de segundo después, cuando mi corazón intentaba volver a latir normalmente, sentí de repente un hermoso tirón que me bajó la caña... , por lo que rápidamente lo clavé... Es decir, quise clavarlo, porque por "culpa" de mi enorme cantidad de adrenalina, realicé la clavada con tal fuerza, que el resultado no fue otro que: se me escapó el dorado, con mi ilusión de "la primera vez" y con la "mosca comprobada", de que sí "andaba"... ¡Qué desilusión...!. Para colmo de los colmos, Andrés se agarraba la panza de la risa, a tal extremo que no podía hilvanar las frases para retarme por todos los errores cometidos...

     Después de semejante apichonamiento que me produjo el fracaso total del primer pique que tuve con mi virgen caña, con una mosca negra atada en la punta, cambié varias moscas que a mi me gustaban, pero que a los dorados , parece que no...!. Por más que imitaba, o trataba de imitar todo la que hacía Andrés, no tuve la suerte de que mis moscas despertaran el apetito de ningún dorado... No tuve más piques... Será que el doradito que me robó la mosca le habrá contado a sus "parientes": ¡Ni le toquen las moscas a ese Petiso, o serán clavados a lo bestia...!.

     En cambio Andrés, que venía con su mosca "invicta", capturó y devolvió al agua, dos doraditos más y un salmón de río de un kilo y medio aproximadamente, el cual, tuvo la desgracia de no salvarse de la sartén con aceite hirviendo, de la sal y el limón y de nuestra digestión... ¡Riquísimo!.

     Como moraleja de este artículo, me quedan en primer lugar lo que me divertí de mis propios errores. En ese momento y ahora que los estoy escribiendo. Y en segundo lugar, las enseñanzas de Andrés, quien después de haber controlado sus carcajadas por semejante cantidad de errores, me dijo más o menos así:

     Así de chiquitito me quedé, después de semejante papelonazo, pero todo esto me servirá seguramente para la próxima...

Esto lo escribió:

Máximo Raúl García Vidal (alias: Chimi)

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(4400) Salta - Argentina

Tel.: (0387) 421 5292

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     Y por las dudas, alguien quiera contactarse con Andresito Lafuente para preguntar a "alguien que sabe...": donjulian@impsat1.com.ar