¿Pescas?. Pescas eran las de antes

Por Paco Martínez.

     Ultima semana de octubre. Pocos días más y, aprovechando el fin de semana largo del 1 y 2 de noviembre, vuelta a pescar. Así que... ¡a preparar los petates!

     Hacía ese comentario y mis dos hijos, Banana y Chiqui, sin percibir que lo que yo intentaba era contarles algunas cosas que años atrás ocurrían, giraron sus cabezas y, con expresión de desconcierto, al unísono replicaron: ¡Pará viejo, que la veda se levanta a mediados de noviembre, no al comienzo!.

     Y se dio inicio al relato... y sus reflexiones.

     ¿Vedas? ¡De qué me hablan!. No existían. No había autoridad ni institución que las impusiera. Que nuestras andanzas tempranas o tardías perjudicaran o no a los peces...no nos preocupaba. El comienzo o terminación de la temporada lo decidía cada pescador y dependía fundamentalmente de cómo se presentaba el clima y cuán resistentes éramos a sus inclemencias. Además, ese clima estimativamente favorable debía coincidir con un fin de semana largo. Generalmente la primera salida de pesca la concretábamos durante el que se originaba con el recordatorio de todos los Santos Difuntos y de Los Muertos. La última con el Día del Trabajo. En esta...¡mi Dios, qué ofri!.

     Recuerdo que para un 1º de Mayo, en un camión en el que su dueño, con una gran lona sobre la caja improvisó una carpa, unos diez vagos fuimos a Pantanito con unas ganas locas de despuntar el vicio y despedirnos de la pesca hasta la otra temporada. Como la superficie del piso resultaba escasa para albergar tantos colchones, más las pilchas, algunos catres de campaña y, como era prudente, poner las vituallas al resguardo de algunos pícaros animalitos; a mi y a otro "invitado de último momento" nos confinaron a dormir a campo libre...tapados con una lona que nos cubría íntegramente. Cuando al amanecer despertamos, parecía que sobre nosotros en vez de una lona teníamos una chapa de fibrocemento...dura y fría. Sacamos la cabeza al paisaje y, oh sorpresa: afuera todo era un aterciopelado manto blanco ¡Señor, qué tremenda helada!.

     Cerca del amanecer, un café con leche y galleta por desayuno. En el macuto cada uno su ración individual para entretener el estómago: algún salamín, un trozo de galleta, por ahí una manzana ya harinosa (no habían frigoríficos) Para el almuerzo repartíamos equitativamente la carga, y... ¡A pescar! Todos caminando en el mismo sentido... ¡Ala, aguas abajo! No interesaba cuán juntos o separados estuviéramos. Lo importante era que alrededor de las 12 los encargados de llevar la carne, sal y parrilla (siempre punteaban) se detenían en el lugar que creían adecuado, hacían fuego e iniciaban los preparativos para el asado. Los demás debíamos apurar el paso para reunirnos a más tardar a las 12.30 y colaborar.

     En tal oportunidad, entre otras cosas me tocó en suerte portar el mate, la bombilla y la yerba...¡pero la pava viajaba con otro pescador! En esa fría mañana el pique era pobrísimo...como en los tiempos actuales ¿viste? Entonces, aburrido y cagado de frío me dije: Paco, hacé fuego y tomate unos mates...¿Qué mejor? Estaba en eso cuando noté la ausencia de la de aluminio...¿Y ahora?... ¡Ya me había emberretinado en tomar unos buenos amargos! Busqué en el macuto y nada. Ninguna cosa que sustituyera a la pava...Hasta que me vino la idea salvadora: en un bolsillo tenía el tubito del Kodak 120 mm. con que había cargado la Voigtländer 6.3 a fuelle. Con el alicate, que nunca faltaba en el macuto, tomaba el pequeñísimo recipiente de aluminio (su capacidad alcanzaba justo para un mate) lo llenaba con agua de la orilla del Limay, pegadito al cual hice el fuego y, créanme: en el tiempo que me demandaba tomar un mate y hacer la acostumbrada pausa, ya estaba a punto la carga para el siguiente... ¡y qué amargos!.

     En el "macuto" (bolsa de lona con bandolera que atravesada pendía de un hombro) además de portar los ejemplares sacrificados, llevábamos de todo: provisiones, señuelos, tanza 0.30 de repuesto, un par de tiras de cámara de bicicleta como portareel de emergencia, "papel potable"...y las boludeces de siempre. Claro, todavía a ningún modisto se le había ocurrido diseñar el chaleco de diez o veinte pockets que ahora usamos los mosqueros.

     Tampoco se habían inventado los neoprene waders. ¡¿ WADERS?!...¡A pata pelada!...¡Y con esas heladas! Cuántas veces las piernas y algunas otras cosas se nos habrán puesto moradas...¡Qué bestias!...Si había momentos en que los mocos y el vapor que exhalábamos por la nariz, se nos congelaban en los bigotes.

     De las graphite rods ni hablar. ¡Si todavía no se conocía la fiber glass! Claro, para ese tiempo en que no existía la TV y sus propagandas de TV compras, quién iba a imaginar que un día nos ofertarían las prácticas y compactas Instant Fisherman... pagaderas en cómodas cuotas. Entonces, como tampoco se oía el ¡llame yaaaa!, sólo de vez en cuando se veía algún pescador luciendo las envidiables de acero de dos tramos, esas cortitas con las que se casteaba con una sola mano. Los pobretones, en cambio, nos conformábamos con las autóctonas colihue two-handed de casi 2 m de largo, armadas en casa con pasahilos y punteras que le comprábamos al turco Seadi.

     En algún párrafo mencioné que en el macuto también llevábamos los ejemplares sacrificados. A decir verdad...¡TODOS! Salvo los muy chicos (pero porque se deshacían y no servían ni para la olla) ¿Porqué todos? No se...sería porque de lo contrario quién te iba a creer cuántos realmente pescaste; o por suponernos soberanos de la naturaleza...Eso del ego, ¿viste? A decir verdad, quiero creer que lo hacíamos por ignorancia.

     Nadie era previsor. ¡Total...en el futuro que se las arregle otro! Pueden apreciar, amigos míos, (o más bien despreciar) que por entonces no habían límites: ni en cuanto a época, o a cantidad, o a tamaño. Nadie te recriminaba nada ¡ni la propia conciencia! Porque la cosa era así...No obstante, entre tanta insensibilidad había un atenuante: al hacer el odioso trabajo de escamar y eviscerar, si entre el inclemente botín de guerra encontrábamos alguna hembra a punto de desovar, ¡claro que nos causaba pena! pero...

     Aunque créanme que tampoco pescábamos mil. Ni piensen que las truchas hacían cola para que las sacáramos del agua. No olviden que las especies más atractivas son extrañas a nuestros ríos y lagos ¿cuánto se habrían multiplicado por entonces?...quién lo sabe. Por otra parte, no íbamos de pesca todos los fines de semana, y nos movíamos en vehículos muy lentos y por caminos de tierra que eran de terror. Andar a 60 Km/h era para que te tildaran de loco del volante. Cada viaje a los lugares conocidos de hoy (Pantanito, La Picasa, etc.) te demandaba prácticamente una jornada.

     Por eso pienso que al respecto el pasado se equilibra con el presente, quizá porque si bien antes la relación población ictícola/número de pescadores resultaba favorable a éstos, los de hoy cuentan con importantes ventajas entre las que se destacan la mayor cantidad de excursiones/año, mejores equipos, señuelos de alta calidad y diseño y, lo que es más importante, profuso material didáctico, como el de inteligentes y estudiosos jóvenes pescadores ("Salmo Trutta" de ACCIÓN DE PUNTA Nº 3) que ponen al alcance de todos eficaces métodos ignorados por muchos.

     Con absoluta franqueza, estoy convencido de que el daño que por ignorancia entonces ocasionábamos, era mucho menor que el que se comete hoy en día. Porque el de la actualidad es cometido conscientemente y en mayor número; pero por personas que están bien informadas. ¡Porque vea amigo que al respecto hoy hay tanta bibliografía, notas periodísticas, programas televisivos y radiales!... que no caben excusas.

     Y se sigue depredando; pese a que mucha gente con el sólo ejemplo contribuye a que ello no ocurra. Pese a tantas asociaciones, clubes y fundaciones, cuyos directivos y asociados dedican muchas horas de trabajo en aras del proteccionismo de la vida salvaje y la naturaleza. Pese a que al sacar el obligatorio permiso de pesca, a él viene adosado un reglamento contundentemente claro en cuanto a lo que se debe hacer y a lo que nó.

     ¡Cuánto se tardó en despertar! Pero bueno: lo hecho, hecho está... Nunca es tarde... Ahora tenemos que crear conciencia: ¡Captura y devolución! O si te cae mejor: ¡Catch and release!.

     ¿ERAN PESCAS LAS DE ANTES?...