Pescando en el confín del mundo

Por Raúl Sommariva.

     Tomamos la decisión y partimos. Nuestro propósito recorrer, conocer y aprender todo lo que se presentara por la senda entre tierra y agua desde la ciudad de Río Gallegos a Ushuaia. Bolsas de dormir, colchón inflable, garrafas y una caja llena de lo imprescindible y necesario como para vivir 15 días fuera de casa. La partida parecía interminable, siempre algo más había por cargar. Deseoso de que el momento llegase…, despierto soñaba.

     El viaje con pasaje terrestre a lo desconocido, nos fascinaba.

     Salimos de la ciudad de Río Gallegos, 75 km de cinta y ripio te arriman a la frontera, Argentina y Chile, Paso Integración Austral – Monte Aymond. Desde ahí sobre asfalto, arrivamos a Punta Delgada. Cruzamos la primera angostura flotando las aguas del Estrecho de Magallanes en balsa, sentados en las butacas del Defender. Las olas saladas salpicaron durante 25 minutos golpeando la plataforma que nos transportaba desde el continente a la Isla. En Bahía Azul de Punta Espora, una gran bandera chilena flameaba, firme al mástil clavado al suelo de la Tierra del Fuego…

Otra vez en ruta. El ripio suelto despedido por las ruedas golpeó fuertemente debajo del chasis. Los que volaron lanzados al aire, cayeron sobre las matas al costado del camino, dejando atrás Cabo Sombrero y el Cullen. En San Sebastían otro puesto fronterizo reina en el páramo. La bandera celeste y blanca zigzagueaba hecha flecos por el viento. En la oficina de Aduana nuevamente los trámites de rigor. A un costado en la pared, detrás del mostrador de Gendarmería, nos emocionó ver la foto del Dr. René Favaloro, queriendo salir a cambiarla. Sus ojos estaban tristes, aún todavía lloraba…¡Qué duro! A nadie parecía importarle. Rápido subimos al Jeep. Una pena imprevista nos invadió...

     Tomamos mates durante 97 kilómetros hasta llegar a la ciudad de Río Grande. Conocimos el negocio de Marcos Czerwinski – Angler’s Aventuras Fly Shop - Estupendo, nos encanto. Algunas historias y recuerdos compartimos sólo durante veinte minutos. Antes que bajara el sol, decidimos partir.

     La lluvia y el viento nos sorprendió en el camino, la noche de repente tapo el cielo. ¡Qué frío! En Tolhuin aprovechamos a comer, y llamar a Nina (amiga de muchos años), quien sabía de nuestro viaje a Ushuaia. Hacía dos días que nos estaba esperando…

     Llegamos…, cenamos juntos los tres. El cansancio me desplomó… Piny y Nina charla que te charla se quedaron hasta muy tarde.

      Al día siguiente fuimos los tres a La Pataia donde frente al esplendor del río Obando y la montaña, Dios así se vistió. Los onas y los yaganes también compartieron desde los cielos la ceremonia del camping. Fue un domingo hermoso lleno de todo, sin nada de aquello que cualquier ciudad te puede ofrecer...

     El lunes bien temprano salí en busca, sin conocer saber que…, imprevistamente un mellizo Defender vestido de color azul se cruzó…, decidí ir a su encuentro contagiado por la magia de lo incógnito. En pleno centro estacionó, frente a una casa de pesca. Al acercarme a su conductor algo pregunte, - ¡No sé qué! Fui invitado a conocer su negocio… ¡Qué causalidad! Beto y Roberto los chicos de Wind Fly (www.winflyushuaia.com.ar – e-mail: windfly_ushuaia@yahoo.com) sin conocernos nos conociamos. Alguien puso en mi mano una caña, imprevistamente fuera del negocio (ubicado en pleno centro de la ciudad) todos nos pusimos a castear. Gente sorprendida que pasaba por la cuadra y otros que descendían de sus vehículos, observaron la danza mágica del cast. Varios fueron invitados al baile, una gran alegría invadió a todos. Según, Beto y Roberto, no podían creer la presencia de tanta gente…

     Por la tarde programamos una salida de Pesca. El destino estaba marcado escrito con tinta invisible… Así fue todos en barra, Beto, Leonel, Roberto, Leonardo, Alejandra y Piny llegamos al río Pipo, ¡qué hermoso lugar!

     La vía del trensito más Austral del Mundo corre en parte por sus orillas, aún viaja (sin sus presos) metiéndose en el monte rodeado de montañas. Los penados de aquellos años (1896 al 1947) cortaban con hacha los árboles a la altura de su cintura. Un cementerio de troncos secos describe la historia. En esa época la calefacción era a leña, motivo por el cual a los presidiarios se los llevaba en ferrocarril a talarlos.

     Según la leyenda, el preso Pipo al intentar escapar se ahogó en el río. De ahí es que lleva su nombre.

     Innumerables historias impedirían finalizar este relato de pesca y travesías 4 x 4, gracias al conocimiento y experiencias de mis queridos amigos de Ushuaia, sólo enunciaré algunos sitios y recomendaciones como para tener en cuenta. Visitarlos vale la pena:

     Que gratos son los encuentros cuando los sueños cortan distancias…, pescando en el confín del mundo.-

     Muchas gracias, Raúl.-