Los Efeméridos en la práctica.

Del libro "Moscas para la pesca" de Rafael Del Pozo Obeso. 

 

     Universalmente conocida como "Mayfly" o "Mosca de Mayo", la efemera es uno de nuestros más bellos y populares insectos.

     Sus larvas, que salen de los huevos tras un período de incubación de tres a cuatro semanas, son excavadoras y viven en los lechos fangosos o arenosos de los ríos, donde con sus fuertes mandíbulas practican túneles y galerías, en el interior de los cuales desarrollan todo su ciclo larvario, alimentándose de la vegetación y los detritus propios de esos fondos, y protegiéndose allí de sus más importantes depredadores: las truchas.  Al final de su completo ciclo cada individuo habrá efectuado unas 32 mutaciones o mudas de su esqueleto dérmico hasta convertirse en la larva ninfa fuerte y robusta de 30 a 35 mm. de longitud, a la que ya vemos magníficamente dotada y desarrollada para comenzar su nuevo y definitivo estadio como insecto alado.

     Unos días antes de comenzar la eclosión la larva cesa en su alimentación, sale de sus galerías subterráneas, en las que habrá permanecido por espacio de dos años, y nadando trata de buscar un refugio seguro entre las hierbas, los musgos o los ranúnculos, hasta que llegado el momento apropiado comienza a emerger y eclosionar.  Durante este período de tiempo las truchas muestran una especial actividad centradas en su captura entre la vegetación de los fondos, momento que debe ser aprovechado por el pescador para utilizar ninfas artificiales apropiadas, en la seguridad de conseguir con ellas excelentes capturas.

     La aparición de los subimagos sobre la superficie del agua durante la eclosión provoca una actividad aún mayor y más inusitada en las cebas de los salmónidos.  Las truchas, que comienzan a comer con fruición las ninfas que emergen a la altura de los fondos de donde se desprenden, van elevándose paulatinamente a medida que la eclosión aumenta en número e intensidad hasta la misma superficie del agua; allí, durante los segundos que preceden al desgarre de las cutículas de las indefensas ninfas, con su tórax sobresaliendo de la película del agua como burbujas casi inapreciables para el pescador, el festín va a comenzar: la superficie comienza a ondularse con los clásicos aros producidos por las truchas en su particular y silenciosa manera de tomar las ninfas.  ¡Es el momento de pescar con una mosca emergente!.

     Algunos subimagos que consiguen liberarse de su envoltura primero y de sus depredadores después, comenzarán a derivar majestuosamente por la corriente con sus alas erguidas y sus vistosos colores, más... ¡el peligro no ha pasado!.  Tan pronto como el número de insectos alados crece sobre la superficie y las ninfas que eclosionan disminuyen bajo ella, los subimagos comienzan a ser atacados, desapareciendo muchos de ellos devorados por las truchas en sonoras cebas.  El pescador atento cambiará en ese momento su emergente por una mosca flotante o seca.

     Los insectos que han logrado sobrevivir inician un rápido y ascendente vuelo desapareciendo de nuestra vista a gran altura.

     Durante un período de veinticuatro a treinta horas, que a veces es de dos a tres días según las condiciones climatológicas, el subimago permanecerá, en solitario reposo, oculto entre la húmeda y espesa vegetación, hasta el momento de producirse la mutación definitiva que le convertirá en insecto adulto.

     En su inaplazable cita con el destino, los imagos, que van a vivir aún duranto dos o tres días más, reaparecerán en el mismo escenario sobrevolando el agua a baja altura en grupos numerosos que realizan acrobáticas danzas nupciales.  Su colorido es ahora menos intenso, pero su aspecto más brillante, su cuerpo más fino y estilizado, los cercos más largos y las alas más transparentes.

     La puesta masiva de las hembas, acompañadas en sus evoluciones por los machos, se desarrolla en vuelo con saltos intermitentes sobre el agua, depositando a cada contacto una bola que aglutina un importante grupo de su impresionante paquete de huevos (de 5.000 a 6.000 por individuo) que son confiados a la corriente del río, que finalmente los depositará en las partes más lentas de su curso, allí donde los fondos son los adecuados para que el ciclo de vida continúe.

     La precipitación masiva de individuos sobre el agua estimula y enardece a las voraces truchas, que plenas de gula ante tan suculento y abundante manjar producen, como colofón final, el más feroz y mortal de los ataques.  La imitación de imagos muertos o "spents" van a ser las moscas artificiales de ese momento.