Lo que debe saber un pescador
Por Armando Maubré (*)
Del Libro: "La Magia de Pescar con Mosca"
Cuando nos paramos por primera vez frente a un río o un lago, ansiosos por comenzar a pescar, antes de atar la mosca al líder, debemos buscar en el agua la información precisa que nos señale los pasos a seguir. De modo que su elección no sea el resultado de nuestro propio desconcierto que nos obligó a elegirla al azar, con la íntima esperanza de que alguna trucha se prenda a ella.
Si por otra parte y con justa razón, pensamos que la pesca con mosca es algo más que casualidad, antes de revolver la caja de moscas es preciso que nos hagamos cuatro preguntas en el siguiente orden:
1) ¿Frente a qué tipo de aguas me encuentro?.
2) ¿Hay alguna actividad visible de peces?.
3) ¿En qué lugar debería buscar las truchas?.
4) ¿Qué tipo de mosca tiene más "chance" de éxito?.
Estas simples preguntas, están directamente relacionadas con temas específicos que hacen a la idiosincracia de las truchas, y cuyas respuestas debemos necesariamente conocer para hacer de nosotros mismos mejores y más eficientes pescadores. Los temas en cuestión serán desarrollados con la debida amplitud en los próximos capítulos y están relacionados con:
La característica de las aguas que pueden albergar truchas.
Los seres vivos que las pueblan y sirven de alimento a las truchas.
La forma en que el pez está tomando sus presas (subidas) que nos permitirá deducir el tipo y/o estado de su evolución.
El lugar donde se esconden y los puestos de acecho, que el pez prefiere para procurarse el alimento.
La imitación más adecuada para cada caso o sea ¿cuál mosca elijo?.
Para poder da respuesta a las preguntas planteadas más arriba, deberemos recurrir a la observación e interpretación de lo que estamos presenciando. Apoyándonos en ciencias como la Limnología (estudio de las "aguas dulces"), la Entomología (estudio de los insectos), la Ictiología (estudio de los peces) y la Hidráulica (estudio del movimiento de los líquidos), pero desde el punto de vista práctico de un pescador y no desde el rigor científico de un especialista en estos temas. Es decir, extrayendo de ellas sólo lo que nos interesa para mejorar nuestros conocimientos y habilidades piscatorias.
Además de estas ciencias, existe la experiencia de muchos pescadores, especialmente de Estados Unidos, publicada en numerosos libros, revistas especializadas y videos, que ha contribuído con valiosos datos, sobre los que se sustentan notables cambios en técnicas de pesca y el perfeccionamiento de equipos, materiales y hasta el mismo diseño de las moscas.
Basándonos en las recomendaciones que este libro sugiere en los próximos capítulos, si nuestra observación ha sido cuidadosa, la deducción correcta y la lección acertada, el placer de haber engañado y atrapado con una mosca artificial a tan elusivo pez, será fantástica e inolvidable.
La magia que envuelve a tan singular confrontación es tal, que un auténtico pescador ansiará prolongar ese momento. Sosteniendo al pez delicadamente entre sus manos un instante más... antes de devolverlo al agua "vivo", sin más daño que el susto y un inocuo pinchazo.
Porque ésa es la verdad de nuestro deporte, en esta rara competencia no se trata de pescar y matar. La última decisión está siempre en "nuestras manos". Un privilegio que los cazadores no pueden reclamar para sí, a menos que usen una cámara fotográfica como arma.
En mi opinión, el real significado de la palabra deportista está ligado al placer de vencer y no al acto de aniquilar a nuestro adversario, el PEZ en esta ocasión.
Porque cuando se conoce algo profundamente, se lo ama, se lo respeta y se lo protege.
Como pescar deportivamente consiste en tratar de atrapar a un pez atrayéndolo con algo que realmente desea y necesita, a nadie se le ocurrirá seducirlo con una "bebida". Ni los más finos champagnes, cognacs o whiskies harán que el pez mueva una escama por ellos. No así los pescadores, en especial si se estuvieron remojando en aguas frías por largo tiempo. De modo que lo más apropiado para persuadir a un pez, en estos casos, es... COMIDA, y la selección que el pez hace de los alimentos, depende de la "disponibilidad", es decir, toma lo que el agua ofrece en ese momento y en ese lugar. Por eso es que en diferentes épocas los peces comen lo que es más abundante y por ende más fácil de atrapar.
Por ejemplo, a principios de diciembre en el río Futalufú las arco iris devoran a montones de pequeños cascarudos de unverde brillante. A fines del mismo mes y durante enero, en el Chimehuin las marrones se atragantan de una ninfa nadadora (Chiloporter eatoni) de cuerpo oscuro, placas branquiales de color naranja vivo y grandes ojos amarillos. A mediados de marzo, las fontinalis del lago Currué Chico se atracan de ninfas de alguaciles. Saber lo que está ocurriendo en un lugar y lo que están comiendo los peces es importante, porque si las truchas están examinando el fondo para apoderarse de las ninfas, una mosca seca , aunque grande y jugosa, pasará inadvertida. A la inversa, si están atentas a lo que desfila por la superficie, lo que suceda en el fondo no les hará desviar su atención de la parte superior del río.
Es por eso que muchos pescadores devotos de la mosca seca, conocedores de estos detalles, para asegurarse de estar rodeados de peces con el frenesí de comer sólo pescan ante la existencia de eclosiones, tratando de reproducir en color, tamaño y silueta al insecto que está emergiendo. A esto, los pescadores del Norte lo llaman "Match de Hatch" (imitar la eclosión), pero para poder hacerlo y ser exitoso hay que tener toda la información que ellos poseen. En ese país cada año se publican informes que detallan semana a semana todas las eclosiones de insectos que ocurren en los ríos más frecuentados durante la temporada de pesca. Y hasta traen una fotografía de cada uno, en todos los estadíos de su evolución, para poder reproducirlo hasta el mínimo detalle.
Por desgracia esa información no existe aquí, no contamos con entes oficiales o privados que se dediquen a obtener y publicar regularmente "reportes" detallados sobre la fauna de nuestros ríos y lagos sureños.
Afortunadamente veo con placer que cada día hay más pescadores que, red en mano, se dedican a atrapar los bichitos que pululan en los fondos, removiendo piedras y examinándolas cuidadosamente para descubrir a lo que se prende de ellas. Al menos alguien está juntando valiosa información, que tal vez algún día publique compartiéndola con todos.
Sin embargo la que irán acopiando mis lectores, a medida que avancen en estas páginas, les permitirá entender por qué esa trucha está donde está y no en otro lado, qué tipo de mosca debe usarse y cómo atraparla.
En definitiva, poder volver a casa habiendo disfrutado de la captura de algún pez, si hicimos bien los deberes. Aunque, si nos toca volver con las manos vacías, al menos podremos decir, como refiriéndonos a las brujas: "Truchas no ví, pero que las hay... las hay".