Leer las Aguas

Del libro "Pescando Truchas" de Ginés Gomariz.

     Para interpretar rápidamente que significado tiene esa frase que considero es el principal factor en esta pesca, creo que lo mejor es remitirse al caso de enfrentarse por vez primera con un lago sureño. ¿Donde lanzamos nuestra mosca?. Es la primera pregunta que se hace el aficionado. Si estamos en una costa a la que se accede bajando una ladera boscosa, en un día normal, sin mucho viento, veremos que donde mueren las aguas, la orilla propiamente dicha, el agua tiene una coloración que denominaremos claro o blanco, espumosa también. Luego y bien delimitado veremos que el agua toma una tonalidad verdosa, que no es otra cosa que el reflejo de la parte boscosa de la ladera y a continuación, otro línea bien definida, nos gratificará el nacimiento de la zona profunda, a través de un color azulado, producto del reflejo del cielo. Cuanto mayor sea la profundidad, mayor será la tendencia de ese azul a oscurecerse. Pues bien, la primera pregunta que se hace el aficionado al ver el ambiente es justamante, aquella de ¿donde lanzo la mosca? ¿donde se halla la trucha?. Elementalmente y en primera instancia se darán o se concretarán dos aspectos. Lo más normal es que las truchas se hallen ubicadas bajo la línea de agua azul (veril del lago) y que el pescador lance lo más lejos que pueda. Pues bien, si siempre fuera así, el leer las aguas sería tarea simple. Lanzando lejos, en determinado momento la mosca pasará por donde suponemos o estamos expresando que se hallan las truchas. Por lo tanto lo lógico será que alguna vez tengamos el pique deseado. Y sin embargo no siempre es así. Porque las truchas no siempre se hallan allí, porque la lectura que hemos hecho de la costa, es totalmente elemental y parcial, al dejar de lado el estudio de la conformación del lecho; porque el pescador si lanza o recoge su mosca sin mayores fundamentos y al no ser el primero que lo hace, no siempre lograra atraer la atención de las truchas y porque además al desconocerse los valores de la luminosidad ambiente, temperatura, vientos, material en suspensión, eclosión de insectos o no en ese momento, etc., etc., estaremos pescando a ciegas.

     Esa costa que tomamos como elemental ejemplo, a su vez puede ser que presente desde su inicio hasta el veril del lago, un lecho lleno de piedras. Esas piedras, grandes o chicas, tienen un significado especial para las truchas: posibilidad de alimentación. Porque por allí pulularán congrejos, caracolillos, pececitos, ninfas, etc., por lo tanto plantea desde ya una premisa que el aficionado deberá mantener siempre y en cualquier ambiente de pesca: antes de introducirse en el agua, antes de lanzar cuanto más lejos puede, debe observar bien las aguas. Porque si penetra donde están las truchas o lanza lejos y a continuación recoge pasando el monofilamento por las narices de las truchas, lo más probable es que logre espantarlas en lugar de interesarlas con el cebo que le presenta. También podría ser que uno se encuentre en un playado, esto es una zona del lago donde la profundidad se halla a bastante distancia de la costa. Aquí hay que avanzar en el agua, hasta lograr ubicarse a una distancia adecuada para llegar al veril del lago con nuestro lance. Pero sin embargo también debe tenerse la precaución de ir introduciéndose la más cautelosamente posible, porque no es extraño ver a una trucha hurgar las piedrecillas finas en busca de alimento menor. Obviamente porque ese tipo de costas por lo general son visitadas por cardúmenes de pequeños peces y también porque hay muchas truchas que no suben arroyos ni ríos para desovar; haciéndolo en ese tipo de playados y por ende, los primeros meses las truchitas los pasan en esa zona; zona y pececillos que las truchas en el primer caso, reconocerán como buen lugar de comida y en el segundo dejarán de reconocerlas como parientes para tomarlas directamente como alimento, sin importar marca y color. Ni que hablar entonces cuando de introducirse en un río se trata; puede haber unos diez centímetros de agua e igualmente haber una buena trucha allí. Leer las aguas no sólo es importante para las complejas técnicas del spinning y fly cast, sino también para el trolling aunque aparente que esta técnica solamente es pasear el cebo con la embarcación.

     Aquel pescador que  pasee sus artificiales por la costa siguiendo el rumbo del veril así porque sí, irá poco menos que al fracaso. Es muy importante, al mismo tiempo que se navega, ir reconociendo el fondo, De esta forma al divisar una gran piedra o un tronco y aunque uno no vea ninguna trucha, allí seguramente habrá uno o más truchas. Abajo, al costado o cerca, pero seguramente habrá.

     En esas circunstancias es cuando el pescador deberá actuar de forma tal que cuando estime que su cebo está por pasar sobre la piedra o tronco, deberá dejar de realizar el trabajo monocorde de su cebo, para, bien a través de la caña recogiendo o variando la velocidad de la embarcación, lograr que su señuelo acciones de forma tal que incite a la trucha. Obviamente el paso sobre la caída de un arroyo, semeja igual posiblilidad y por lo tanto también habrá que recurrir a alguna artimaña. La caída de arroyos es justamente otro elemento de incio para interpretar este asunto de saber leer las aguas. Porque ningún arroyo deposita sus aguas de igual forma. Podrá aparentar o ser semejante, pero en unos el lecho del arroyo se prolongará, en otros hará que el agua gire hacia izquiera o derecha; en la mayoría de ellos su terminación se dá en una especie de pozón o zona socavada que normalmente tienen depositadas raíces, piedras, troncos, que sirven de alojamiento a los salmónidos y por ende son zonas muy propicias. Pero todo dependerá de interpretar fielmente de qué forma caen las aguas y fundamentalmente de qué manera serán arrastados por la corriente del arroyo, los insectos y demás alimentos que la trucha espera, porque hay que tener muy presente que no todas las truchas comen desde cualquier lugar y que toman el alimento según el tipo de corriente que dominan. En estos lugares donde las truchas esperan alimentación natural, es lógico pensar que cuando se interesan por un artificial no lo hacen por tomarlo como alimento, sino más bien por curiosidad y/o irritabilidad, dos palabras que el lector perdonará, pero encontará reiterativamente en estas páginas. Claro que en estas precisas circunstancias, cabe recordar que los artificiales, además de poseer un poder de vibraciones casi siempre superior a los demás cebos, cruzando la correntada de un arroyo que baja sobre un lago, visualmente puede semejar la forma de avance dificultoso de un pequeño pez, convulsionado por la correntada o incluso la imagen de un buen cangrejo en instancias similares. Ambos, pez chico o cangrejo grande, no acostumbran a invadir ese tipo de aguas, causa por la cual he usado los términos impelido y/o convulsionado, o sea arrastrado por causas accidentales. Entonces no hay que esperar que las truchas se irriten, sino que uno debe incitarlas. Por otra parte al reconocer un lugar y convalidarlo como bueno para que las truchas meroden, el pasar con una embarcación y no tener éxito, no sigifica que ese lugar haya que dejarlo de lado. Puede ser un buen pesquero, pero en condiciones de temperatura ambiente, horarios y de luminosidad distintos, tres aspectos realmente vitales para empezar a entender a las truchas.

     Y leer las aguas, significa también, saber entender a las truchas. Porque con esta especie no es válido solamente saber sus hábitos y costumbres, sino más bien interpretarlas, ponerse en función de truchas, que aunque parezca demasiado descabellado, hay mucho de común entre la forma de acceder de una trucha y una persona...  Yo diría que al intimar con el ambientee, el pescador debería, primero, ubicarse no en función de tal, sino en función de trucha, para luego sí actuar como pescador. Creo a través de los años, que la pesca de truchas es y exige al pescador, una tarea psicológica que no he encontrado en otras especies como necesidad vital para salir con éxito del encuentro. Y creo que si en otras pescas he encontrado cierta similitud, no se trata solamente porque las técnicas de pesca sean semejantes únicamente, sino porque el tipo de aguas, claras, correntosas o muy profundas con alteraciones, así lo exigieron.

     Creo que con ese sentido, debe guiarse, el pescador hacia un pesquero de salmónidos. Porque un pesquero es bueno al principio de temporada y puede ser malo o negativo a los veinte días. Depende de la altura de las aguas, y de todas las circunstancias que ya he relatado, como temperatura, luminosidad, etc.. Entonces según el día, la época del año, reitero, según sea el momento, así obraré, pero pensando primero qué es lo que la trucha si sigue estando allí, haría o mejor dicho hace. Esto es sí para comer se remitirá aguas arriba o abajo o se mantendrá en esa piedra o raigón que siempre le sirve como domicilio temporario a alguna trucha. Todo esto es para mí mucho más importante que colocar un cebo que dicen que es bueno, y mucho más importante que mi equipo sea el mejor de la plaza. Es más, prefiero, sugiero, ante la duda, utilizar el cebo que más se conoce, no sólo sirve porque uno lo domina más y por lo tanto obtendrá beneficios técnicos, sino que también vale por aquello que llamo "fe y estima" del artificial que se está utilizando. Esta es la causa por la cual aún utilizando un equipo de spinning y las truchas moscardeando, no le tengo miedo a la situación. En esas circunstancias y sigo reiterando, me propondré llamar la atención de las truchas, aunque sé que no será tarea fácil, pero siempre buscando su atención a tavés de la irritabilidad que le produzca la forma en que maniobro, caña y velocidad de recuperación. También en este caso sirve como ejemplo para tener más en uso al o los equipos ultralivianos de spinning, aquellos que permitan por su magnitud, por fino del nylon, poder lanzar una cuchara que apenas pese los tres gramos o menos. No daría este ejemplo si no tuviese muchas capturas en mi haber, maniobrando en esa situación, por ejemplo con una cucharita giratoria de tamaño cero o uno, bien al ras de la superficie, cambiando de recogido lento a un breve lapso de recogido más veloz; o bien alzando, bajando o lateralizando la puntera de la caña para evitar que la cuchara venga hciendo un recorrido monocorde tanto en vibaciones, como en figura y también en dirección de recorrido. Uno nunca lanza una cuchara o una mosca al lugar donde supone está la trucha. Siempre será más arriba o más lejos, entonces cuando se inicia el recogido del artificial es lógico que ya se esté pensando en qué se va a hacer cuando la cuchara pase frente al lugar donde suponemos está la trucha. Si fuera una mosca lo más importante es que cuando esté por pasar por encima de la trucha, lo haga en la forma más natural posible.

     El leer las aguas es desde luego mucha observación y el aficionado que va a la pesca de las truchas por unos pocos días al año, desde luego que lo que menos desea es estar en actitud pasiva. Pero el leer las aguas no es sólo actitud pasiva. Lo importante es combinar. Observar, sacar conclusiones y luego hacer unos lances para ver cuánto de razón tenemos en nuestra teoría en relación a la práctica. Esto, puede hacerse en las horas de menor o nulo pique para luego dejar descansar el lugar un buen rato y llegar en el momento justo con el agua aprehendida de memoria, esto es sabiendo desde ya , qué pasará con tal o cual señuelo o mosca, dónde tenemos que lanzar para que pase por el lugar elegido adecuadamente, con la velocidad sabida de antemano, etc.. Con criterio un tanto antipático diría incluso que en las primeras incursiones el pescador debería sacrificarse y en vez de buscar capturar una trucha, ir observando y aprehendiendo a leer las aguas y los comportamientos de las truchas en distintas facetas. Esta es la única forma de luego, poder darse el gusto de saber que iremos por unos pocos días pero que los aprovecharemos al máximo. Por ejemplo, hay un caso típico en el Sur para los pescadores de mosca que es la salida del desagote del lago Correntoso, conocida como Boca del Correntoso, dándole valor de río a una angostura de setenta metros más o menos, y que en honor de la verdad es como un pesquero, mejor el desemboque que la embocadura en sí. Pues bien, allí acuden en masa sobre todo en principo de temporadas, tanto muchos pescadores como muchas truchas. El novato sólo tiene que observar qué hacen los que ya conocen el lugar durante unos minutos. Aprehendida la lección, lo más probable es que cuando les toque el turno, saquen ya su primera gran trucha. Puse la expresión saquen, porque en realidad es así. Porque en ese lugar se puede pescar mucho y bien pero nunca se aprehenderá a leer un río como corresponde. Es como pescar en una bañera y claro está a mi también de vez en cuando me gusta tener tanta facilidad. Pero de vez en cuando, porque de lo contrario, pierde en todo sentido: en lectura de aguas, en precisión de lances, en forma de luchar con la presa, en fin el todo que me permite asistir a cualquier pesquero y poder actuar con desenvoltura.

     Continuara...